Es por ello que ella sigue su vida, aprende a vivir de su belleza para darle lo mejor a su hijo, porque tiene claro que los pobres, los que viven en el callejón, no tienen las mismas oportunidades ni el trato que tienen los que poseen.

Se vislumbra su “calidad humana” -vive de acuerdo a su ética y eso es valiente-, pues no se aprovecha de nadie y es sincera al no aceptar ofrecimientos de matrimonio de adinerados que se enamoran de ella y que le ofrecen darle todo a su hijo. Pero ella es fiel al amor que tiene por el escritor …y también a mantenerlo en secreto.

Pero la vida es un escenario que no controlamos y un día vuelve a encontrarlo. Ella estaba acompañada de un millonario que la quería y le había propuesto matrimonio varias veces, ella como en otras tantas y con otros tantos, seguía rechazando porque no podía traicionar al amor total que lleva en su corazón, su vida, su alma.

Lo ve y no puede abstraerse a él, no puede negarle la invitación que le hace para que se vayan juntos. Ella acepta, deja a todos en medio del ambiente, del local, donde estaba reunida ella con sus amigos y él con sus amigos, y se van juntos.

Ella vuelve a entregarse con amor y espera profundamente, vehementemente que la reconozca, pues que la reconozca implicaría que ella significa algo para él y ello equivaldría a algún nivel de correspondencia a su amor, lo que sería suficiente para ella… incluso para renunciar a todo, confesarle la verdad y vivir con él.

Pero él, como bien ella lo ha “tipificado” es un ser bondadoso, cálido, gentil y cortés, pero indolente; no la reconoce y ella es una aventura más que él tiene. La última oportunidad de reconocer el amor, se pierde.

“Carta de una Desconocida” permite al lector vislumbrar un amor valiente, decidido, transformador, que finalmente prosperó y llenó de amor la vida de nuestra protagonista desconocida.

Pero la vida puede ser cruel y sus vicisitudes cambiarla totalmente.

El hijo de nuestra desconocida muere y con él, se va todo el amor con el que la construyo. A nuestra protagonista se la va la vida, se desvanece su felicidad, se evaporan los motivos para seguir amando la vida. Decide escribir la carta como un tributo al amor alcanzado, dejar testimonio de los feliz (y triste) que fue su vida y dárselo a conocer al sujeto de su adoración.

Le escribe la carta guiada por el deseo de agradecerle lo que vivió por él y expresarle que sin proponérselo, la enriqueció y le permitió vivir un tiempo que valió la pena en cada segundo. Confesión que también es por amor.

Como leí en un comentario de esta novela: “Es imposible no identificarse con la protagonista, la desconocida”

Ella se enamoró del escritor, porque él es un escritor en la novela; a los trece años de edad, con ese amor juvenil y adolescente que se enclava en el alma y nunca parte o nos deja. Un amor total y para toda la vida.

Pero esa totalidad no llega a la obsesión o a la perdición, sino que ella construye su vida con ese amor a cuestas y con su hijo al lado, dispuesta a no contarle nada al sujeto de su amor y disfrutar del mismo, a través de su hijo y de seguir amándolo en silencia y la distancia.

Pero esa totalidad no llega a la obsesión o a la perdición, sino que ella construye su vida con ese amor a cuestas y con su hijo al lado, dispuesta a no contarle nada al sujeto de su amor y disfrutar del mismo, a través de su hijo y de seguir amándolo en silencia y la distancia.