Grandes Miradas
En el Perú de finales del siglo XX, plagado por la corrupción, Guido Pazos es un juez íntegro, harto del ambiente putrefacto que lo rodea, por lo que decide defender los valores que le inculcaron desde niño. Su valentía le costará la vida, impulsando a su novia a tomar la justicia por su mano y llegar al corazón de la mafia. Una obra notable que nos hace reflexionar cómo la verdad profunda se oculta bajo el manto de lo cotidiano. La novela fue llevada al cine con el título «Mariposa negra».
Alonso Cueto
Autor
Grandes Miradas es una novela de venganza y redención. La mayoría de reseñas y comentarios sobre esta obra se centra en el contexto de dominio del poder que ejercieron Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos en la década del siglo pasado.
Gracias a ese poder y al sometimiento de las personas, en ese periodo de la historia del Perú, Montesinos acallaba a todo aquel que representaba una amenaza, no al poder político que ejercían, sino a la voluntad de dominar que tenían el binomio Montesinos-Fujimori; básicamente era favorecer, apoyar y proteger a los que se sumaban a sus designios de corrupción y poder, y eliminar a todo que no se alineaba a sus designios.
En este contexto, la novela narra una historia de venganza. Gabriela desea matar a Montesinos y a los perpetradores del asesinato de su novio Guido Pazos, juez pobo, honesto, que no cede a las presiones para absolver a un «protegido de Montesinos» .
Afiche de la película basada en esta obra.
Gabriela siente rabia, impotencia; combinación que la llevan a emprender el camino para llegar a Montesinos y matarlo, para lo cual se vale de su determinación para vengarlo, de su belleza y de pérdida de escrúpulos personales para alcanzar su meta, justa pero ajustada a sus principios y formación del hogar.
Logra llegar hasta Montesinos y en el último momento, es incapaz de hacerlo; por lo que es apresada, torturada, minimizada; pero finalmente conserva la vida, aunque sin ganas de continuar en ella, por haber fracasado y por su amor muerto, por lo que decide abandonarse en el mar para morir.
Pero en el último momento, se redime, se da cuenta que suicidándose, no logra nada, más bien convertiría el sacrificio de Guido, en inútil; que la honestidad, la probidad, requiere del ejercicio cotidiano de una vida apegada a los principios éticos y morales. El solo tomar esta postura y mantenerla, se convierte en una lucha contra la corrupción, la inmoralidad y contra aquellos que siendo servidores públicos y para la ciudadanía, se sirven a si mismos.
Una sociedad indiscutible.
Grandes Miradas fue escrita en el 2004 y veinte años después mantiene su vigencia. El contexto de la corrupción política y consecuentemente sistémica, sigue viva y coleando. Una clase política ampliada, pues no solo es el fujimorismo sino también otras posturas políticas (alianzas políticas), siguen quebrando los poderes del estado y copándolos, utilizando otros métodos y estrategias como el terrorismo psicológico (terruquear, indicar que el que protesta es violento, caviarizar, amedrentamiento con leyes contra la libertad de protesta y libertad de expresión, etc.), como el sometimiento o control de los poderes del estado (esta estrategia no es nueva, en realidad fue la misma que aplicó Fujimori y su socio Montesinos); estrategias que sirven para controlar el país y seguir ejerciendo el poder egoísta y no el poder de servicio a los demás.
No es intención de esta reseña desarrollar la situación política que somete a los peruanos a un país inequitativo e injusto e inseguro, pero si establecer que luego de 20 años, tras la experiencia de control y poder por inescrupulosos, tras la experiencia de corrupción exhibida en vídeos (sin parangón en la historia de la humanidad), tras la muerte de peruanos en protestas justas, no hallamos aprendido nada.
Grandes Miradas es por ello y más, una gran novela, cuya lectura histórica, que pese a ser una obra de ficción creativa, refleja la realidad de un país, el Perú, que en la esencia de su gobernanza, no ha cambiado.
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