Enlazando la historia de Perú y Chile...
Cuando la historia los junta
Por algún motivo, el 11 de setiembre quiere hacerse memorable para muchas regiones del mundo. Recordemos el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, ocurrida el 2001 y que los americanos denominaron 11-S. También en 1962, The Beatles grabaron su primer sencillo, «Love Me Do».
En América del Sur, el 11 de setiembre tiene enormes connotaciones políticas e históricas, especialmente para Chile y Perú, países cuyo transcurrir está ineludiblemente relacionado, no solo en aspectos históricos, sino también por aspectos geográficos y políticos. Recordemos el proceso de la Corte Internacional de La Haya sobre la delimitación marítima entre ambos países y también el proceso de extradición del expresidente dictador Alberto Fujimori, que intentó utilizar a Chile como la puerta de regreso a la vida política peruana en el año 2005.
Pero de manera específica, hay tres hechos de enorme trascendencia que ocurrieron el 11 de setiembre en ambos países. En 1973, murió Salvador Allende, en el 2021 muere Abimael Guzmán y este año, el 2024, acaba de fallecer Alberto Fujimori Fujimori.
Estos tres personajes, aunque no quisiéramos, están relacionados al Perú y a Chile y consecuentemente a sus ciudadanos e historia. Evidentemente su trascendencia social, histórica y moral no puede ser soslayada, más aún porque en ambos países aun se viven los cambios inconclusos y retrocesos socioculturales que nos aquejan y nos impiden mayor progreso y desarrollo.
El punto de conjunción y partida de los tres, es la búsqueda del poder. Los tres personajes buscaron el poder político, que independientemente de la perspectiva conceptual que tuviera cada uno, en la práctica corresponde a la capacidad de cambiar, a partir de las decisiones y acciones que toman los funcionarios, autoridades y líderes, la vida y futuro de las comunidades y ciudadanos; es decir, cambiar la calidad y progreso de la vida y condiciones de un país o región.
La diferencia entre estos tres personajes, cuyo ejercicio del poder tuvo diferentes resultados e influencias, radica en la forma en que ejercieron el poder que alcanzaron, el daño o beneficio que lograron y las secuelas y consecuencias que se suscitaron y que aún influyen en la vida y desarrollo histórico de los países donde vivieron.
Salvador Allende
11 de setiembre de 1973
Comenzaré por Salvador. Salvador Allende fue médico, que en la línea de otros colegas con gran conciencia social; como Héctor Abad Gómez (asesinado en Bogotá – Colombia por ser etiquetado de socialista y comunista, cuya biografía podemos conocer en la novela de su hijo ·El Olvido que seremos, Ernesto «Che» Guevara (también asesinado por luchar por ideales sociales) y Hugo Pesce Pescetto (médico peruano, uno de los fundadores del Partido Socialista Peruano junto José Carlos Mariátegui); abrazó las ideas sociales como sustento ideológico para cambiar la inequitativa y pobremente desarrollada realidad de su país.
Por ello, Allende tuvo una prolífica y activa vida política, que le permitió conocer la realidad chilena y buscar alcanzar la presidencia de la repíblica chilena, que alcanzó en su cuarta postulación, pero luego de haberse desempeñado como diputado, senador y ministro de salubridad.
Cuando Salvador alcazó la presidencia en noviembre de 1970, buscó que los recursos naturales y estructura económica y productiva de Chile, alcanzará a la mayor mayor cantidad de chilenos posible, para ello los pondría al servicio de sus compatriotas a través de su transformación en servicios y empresas públicas. Esta estrategia chocó contra los intereses empresariales (por ejemplo la estatización del cobre chileno, que hasta la actualidad funciona de manera ejemplar), el contexto de la guerra fría que consistía en la oposición de los EEUU a la expansión de las ideas socialistas y/o comunistas y al anticomunistmo reinante en las fuerzas armadas chilenas.
Estas tres fuerzas complotaron contra Chile -la excusa era complotar contra Allende como socialista-, y se implementaron acciones de boicot internacional y nacional. Por ejemplo, bloqueo internacional a los barcos que transportaban el cobre chileno; escasez ficticia de artículos de primera necesidad y sabotaje en la generación de la electricidad al interior de Chile, entre otras muchas acciones del empresariado chileno, que al final y con el apoyo de la CIA, prepararon a las fuerzas armadas chilenas para acabar con el gobierno de Allende. Finalmente el 11 de setiembre de 1973, se produjo el golpe de estado en Chile, que culminó con la inmolación de Salvador Allende, no sin antes dejar a cada chileno, palabras para mantener íntegra la diginidad, los valores y la investidura de su presidente intactos.
Comparto segmentos trascendentes de ese último mensaje.
«¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.»
«Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino.»
Salvador Allende dió su vida por sus ideales que son los ideales de un Chile equitativo y desarrollado.
Abimael Guzmán
11 de setiembre del 2021
Sobre Abimael Guzmán, solo decir que abrazaba las ideas comunistas, pero no para proyectarlas a sus coetaneos y paisanos, sino para aplicar el terror y convertirse en un sátrapa al que nadie se le oponga. Se creyó la cuarta espada del comunismo, se autoproclamó el presidente de un movimiento inexistente que «trascendía al Perú» y se convirtió en el asesino más grande de toda la historia del Perú, un genocida a carta cabal. Murió como correspondía a sus actos: preso en una cárcel, el 11 de setiembre del 2021; así es, la misma fecha que Salvador Allende y que Alberto Fujimori.
Su legado: la presencia del terrorismo en el Perú, la existencia de los «terroristas», cuya persistencia en el ideario ciudadano, fue prolongada por los seguidores de Alberto Fujimori, que empezaron a llamar así a todo aquel que no comulgara con su posición. A pesar de que el fujomorismo se irroga haber derrotado al terrorismo, eso siempre será debatible sino totalmente descartado.
Línea de tiempo de algunas «farsas» de Fujimori.
Circulo militar
Estuvo desde el 10 de junio al 28 de julio en el Círculo Militar, estableciendo las alianzas que después utilizaría.
Embajada de Japón
Por noticias de un golpe en su contra, Fujimori se refugia dicha embajada.
Compensa a Vladimiro Montesino
Ordena a Boloña pagar 1,5 millones de dólares por año de servicio a su asesor.
"Persigue" a Montesino
Monta un show de persecución en Chosica para «atrapar» a Montesinos.
Renuncia por fax
19 de noviembre, viaja a la APEC y de ahí huya a refugiarse en Japón.
Alberto Fujimori
11 de setiembre del 2024
Finalmente, queda hablar de Alberto Fujimori (AF) que murió este 11 de setiembre y que por esos avatares que simbólicamente hacen justicia histórica, murió el mismo día y a la misma edad que Abimael Guzmán (sus nombre quedarán asociados en las efemérides históricas futuras) y que Salvador Allende. Por que, llegado a este punto, juntar las historias de estos tres personajes. Acá comparto mi breve explicación.
AF uso el miedo para perpetuarse en el poder, que esencialmente es la misma estrategia del terrorismo, sembrar terror, difundir miedo; por ello es sintomático que los fujimoristas fueran los iniciadores del «terruqueo» para desacreditar a sus opositores y generar miedo hacia ellos.
Pero ¿cómo utilizó AF el miedo? Uso los medios del estado para amedrentar a sus detractores. Ejemplos: copó el poder judicial y a través de su operador Vladimiro Montesinos, administraba la justicia para sus amigos y la opresión para sus enemigos; sino recuerden como defenestró a los tribunos del Tribunal Constitucional cuando no lo apoyaron en la «interpretación auténtica» para su reelección inconstitucional; también cuando con un grupo paramilitar, mató a personas inocentes en Barrios Altos, La Cantuta y Pativilca. La lista es larga, pero queda la estrategia: el miedo, el temor a opornerse a los designios de su régimen, estrategia similar a la del terrorismo. Una variante de esta estrategia fue la compra y existencia de la «prensa amarilla», que utiilzaba para amedrentar personas y destruir reputaciones e imagénes personales.
Ojo, estas afirmaciones no son gratuitas, son parte de la historia que están en nuestras instituciones, las mismas que el fujimorismo actual quiere destruir para reconstruir una imagen benévola que no tienen y no es parte de su ADN político.
El otro punto de enlace es en realidad antagónico, por cuanto AF y Allende son diametralmente opuestos. Solo busco diferenciar un solo aspecto en este breve ensayo. Mientras que Salvador se inmoló y valientemente asumió su responsabilidad histórica, AF siempre «se corrió». Recordemos su primera «escondida» en el Círculo Militar a poco de ser elegido, cuando hubo rumores de que querían evitar que llegue a la presidencia. También cuando se refugió en la embajada japonese cuando el General Salinas Sedó estaba preparando un golpe para sacarlo. Pero la cereza del pastel fue su huida al Japón y su renuncia por fax como presidente del Perú, acto que no solo pinta una actitud de evasión de responsabilidades de sus actos sino también de una cobardía inherente a su persona. Este indigno acto fue respondido con dignidad por los Congresistas de aquel momento (¡qué diferencia tan diametral con los actuales!), quienes no aceptaron la renuncia como debía hacer y lo vacaron por incompetencia moral permanente. Este acto de integridad del Congreso de aquel entonces, convierte a Alberto Fujimori en el único presidente vacado de la historia del Perú y, lo que es más significativo, aplicando la Constitución de 1993, que tanto defiende el fujimorismo.
En resumen, Salvador Allende legó a su pueblo la imagen de un presidente consecuente, valiente y principista, modelo que inspira a los chilenos a pelear por sus derechos como en varias oportunidades ha ocurrido en las últimas décadas (la lucha de los estudiantes, la protesta por el incremento de las tarifas del transporte, etc), y que no mellaron la institucionalidad ni investidura presidencial en Chile. Alberto Fujimori por su parte, mentiroso, encubridor y cobarde, que huyó dejando a su hija (no le importó dejarla para que enfrente la afrenta que significó la renuncia por fax de AF), que antes de irse montó un espectáculo de persecución contra Vladimiro Montesinos (buscando engañar a todos los peruanos), cuando previamente le había pagado una «compensación de 15 millones de dólares» para que ¿?, y que finalmente manchó y debilitó con su cobardía, la investidura de ser Presidente del Perú.
La relación es «Valentía de uno y cobardía del otro».
En la emergencia de un hospital hay un médico al que se le mueren todos los pacientes. Luego de cumplir con su tiempo de servicio, deja su puesto y llega un galeno nuevo al que no se le muere ni un paciente ¿Qué empezó a pensar la población que se atendía en el hospital?
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- Este doctor es bueno.
- Cura a todos, nadie se le muere.
- Hay que apoyarlo
- ¡Está haciendo lo que debe hacer un buen médico!
Fuente: RPP
El nuevo médico sigue trabajando y hace crecer la emergencia: le pone más camas, adquiere equipos para atender mejor a la población, contrata más personal, amplía las instalaciones y mejora la gestión económica de la emergencia. Todos aplauden y piensan que tuvieron suerte con el nuevo médico.
Pasa un tiempo y descubren que el nuevo médico había inflado presupuestos para adquirir equipos y para la construcción de la ampliación, favoreciendo además a sus allegados. Pero no solo eso, descubren que para contratar a personal femenino, las había acosado sexualmente, que sobornaba a sus colegas para que cubran sus faltas, daba retribuciones para inflar gastos y apoderarse del dinero del hospital. ¿Qué corresponde hacer en este caso? ¿Perdonamos al nuevo médico por lo que hizo inicialmente? ¿No debe importarnos y lo debemos dejar en su puesto? ¿Debemos hacerle reconocimientos y seguir ensalzándolo? ¿No debe comparecer ante la justicia y pagar por los perjuicios que ha ocasionado?
Reflexionen sobre la analogía y respondan a las preguntas de acuerdo a su moralidad.
AF fue presidente del Perú y eso es innegable, lo que es debatible, controversial y pernicioso, es que seamos complacientes con la contradicción que generó y que acomodó para beneficio de sus partidarios e intereses no nacionales. Lo más grave es que sus seguidores y su hija, siguen aplicando las mismas estrategias de Alberto Fujimori, pero con más intensidad que en las mejores épocas de AF.